Los dioses estan locos
Algunas veces me siento un invasor de terrenos femeninos. Por mencionar uno importante, la autolegitimacion del adiós. Una mujer está permitida a decir no más, y a cerrar su mente y alma a cualquier perturbación exterior a una decisión. Que si viajamos juntos a mar y luna, que si noches de desvelo febril. Todos los recuerdos se empaquetan limpiamente para venta de garage. Que si recuerdo tal cosa? Sí la recuerdo, pero no me interesa.
Pues bien, eso no se le permite a un hombre. Podemos gritar y dar el portazo al salir, pero sólo para (al calor del alcohol) llorar con los amigos la ingratitud femenina. Diluir el dolor sólo para bañarnos en él. Y sobre todo, hay que volver a querer, al abrazo fuerte de mitad perdón y mitad furia, que quema y misteriosamente reanima.
Podemos huir mas no escondernos de los sentimientos, mucho menos ayudarlos a morir.
En eso soy un criminal, según la ley del status quo. Porque a las relaciones moribundas (sin ser fácil, para nada) no tengo remordimiento en aplicarles eutanasia.
++posted by David Temper
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2:28 a.m.